jueves, 16 de septiembre de 2021

Plagio...

 

Confieso que he plagiado su mirada en mis ojos, la libertad de su ser y la sencillez al compartir la tierra que camina...

He plagiado al mar sus olas que vienen y van, para adentrarme en unas tierras que jamás mis ojos han visto, he nadado sin manos y volado sin alas; me convertí en una sirena que viaja a una playa desierta con ecos de pasos silentes.

El sol brillando me quema la piel y le he plagiado cada rayo depositado en la suya.

He plagiado el aroma de los vientos al recorrer el Támesis, pues de allá viene lo etéreo de jamás haber catado sus suspiros.

He plagiado tiempo al tiempo, para correr tras los años y llegar a un universo paralelo, donde existamos al unísono.

Le plagio a su día los minutos, en donde la rutina se vuelve una danza y se convierte en un par de diferencias que se juntas silentes al compás de algo más que compañía. 

Le plagio a las matemáticas el término capicúa, porque nos une de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, en este turbador juego de números que significan mucho para un par de coincidencias.

Confieso que le he plagiado una parte importante de su camino, porque desde hace casi un año hay un sendero que ya me apropié y lo transito como mío...

Confieso que plagiarle al viento quisiera, su cualidad de viajar donde quiera, sin mayor equipaje que el de volver a donde igualmente desea.

Y si de plagios hablamos, los caminos ya ambos nos plagiamos y ninguna estación borrar podrá, este plagio que cometimos...

Los caminos no son un límite, para quien existe ya ineludible...

L.J.A

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