sábado, 2 de noviembre de 2019

Que difícil vivir sin estar vivo...


Que difícil resulta a las almas habitar espacios vacíos... Vacíos de tanto calor que otrora sintieran, pasar desapercibidos y ser solo fantasmas de una vivencia que se convirtió en pasado y peor aun ya no recordado...
Que existencias fútiles, atrapados al lado del movimiento de seres que les espanta su tanta vida; que horror saberse inerte para un mundo que si respira.
Se mueven en el aire pero ya no necesitan oxígeno, sueñan con las pieles que atravesar ahora pueden, pero que jamás su calor sentirán abrasarles. 
Que miedo les damos a los muertos que de vida quisieran hartarse en sueños... y no! ya no sueñan, sus ojos siempre abiertos contemplan el mundo que en vida desperdiciar se dieron el lujo; que espanto Señor que espanto y que miedo a los muertos damos.
Si tan solo de aire llenar sus pulmones pudieran, si tan solo aspirar un recuerdo, si tan solo la vida que las almas añorantes sueñan.
Tiemblan de pavor al vernos caminar vivos por los pasillos, tiemblan y estupefactos observan el espectáculo de la vida que juega frente a sus ojos, pero no es mas su amiga.
Que absurdos somos los vivos aterrados de almas en pena, cuando más pena deberíamos sentir nosotros al caminar sin que valga la  pena.
Pobres almas que sus ojos ya no les sirven para llorar humanas querellas, su voz ya no es escuchada; sus manos tocar no pueden, el mundo que derrocharon creyendo en falsas quimeras.

¿Acaso los muertos pueden añorar lo que no tuvieran? 

No fueron felices porque en vida de quejas se sintieron llenos; no disfrutaron porque en el carrusel de la vida no se lo permitieron; no amaron porque sentir no estuvo  de moda en aquellos tiempos; no respiraron porque el smog les llenó de polvo todos sus sueños; no vivieron porque era mejor cerrar los ojos al mundo incierto; no sintieron, no palparon, no degustaron, no se revolcaron en este tiempo finito que nos fue dado y hoy recorren sombríos los pasos que no fueron dados.
Que espanto sienten los muertos; vivir al lado de tantos, que estando vivos se empeñan en estar yertos e inermes, tan vivos pero inconscientemente muertos.
Los muertos añoran vida; los vivos en desperdiciarla somos expertos.

Posdata: Relato de una tarde en el patio imaginando lo triste de ver pasar las almas tan invisibles que ya nadie les habla, ni las recuerda y existen sí... Sin que nadie lo sepa...



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